Hay ocasiones en las que deseamos ocultar nuestros pensamientos, pero no lo conseguimos.
Pequeñas acciones o gestos pueden delatarnos y descubrir lo que pensamos en realidad, creando un fallo en nuestra máscara social.
El símbolo más popular relacionado con el engaño son los tres monos sabios: el primero se tapa los oídos para no escuchar una reprimenda, el segundo se tapa los ojos para no ser testigo de algo que no quiere ver, y el tercero se tapa la boca para no decir una mentira.
Cuando crecemos, vamos refinando estos gestos para que no resulten tan obvios. Los niños, se cubren la boca con la mano cuando mienten. Los adolescentes, se tocan los labios. Los adultos, se rozan la nariz.
¿Qué señales delatan a los mentirosos?
Pero no siempre estos gestos quieren decir que se esté mintiendo. Suelen indicar contradicción, duda, inseguridad o exageración; no estar seguro de algo no es lo mismo que mentir. Son indicativos, pero no condenatorios.
En el caso de que sea el receptor el que realiza estos gestos, por ejemplo tocarse la nariz o la boca, indica que piensa que lo que el emisor le está diciendo no es cierto.
¿Qué podemos hacer para controlar los gestos y que no nos delaten?
Se puede practicar para dominar la técnica del lenguaje corporal, aunque en momentos de tensión es muy difícil y bajo presión podemos ser descubiertos.
Otra opción es tratar de eliminar o controlar al máximo nuestros movimientos y nuestros gestos. Existen técnicas para suprimir los gestos, como sujetar las manos en el atril para no moverlas, o realizar actividades desplazadas, como sostener una copa aunque no tengamos sed o simular cualquier otro movimiento para tener las manos ocupadas.
Cuando crecemos, vamos refinando estos gestos para que no resulten tan obvios. Los niños, se cubren la boca con la mano cuando mienten. Los adolescentes, se tocan los labios. Los adultos, se rozan la nariz.
¿Qué señales delatan a los mentirosos?
- Al mentir reducimos la frecuencia habitual de los gestos de las manos.
- Aumentamos el contacto mano/cara.
- Nos cubrimos la boca o utilizamos sustitutivos del gesto como tocarnos la nariz.
- Mostramos agitación corporal como si quisiéramos huir.
- Usamos el gesto de indiferencia con la mano para quitarle importancia al asunto del que estamos tratando.
- No hay simultaneidad entre la expresión facial y la oral.
- Tics o temblores faciales.
- Dilatación y contracción de las pupilas.
- Sudor en la frente.
- Rubor facial.
- Aumento de la frecuencia del pestañeo.
Pero no siempre estos gestos quieren decir que se esté mintiendo. Suelen indicar contradicción, duda, inseguridad o exageración; no estar seguro de algo no es lo mismo que mentir. Son indicativos, pero no condenatorios.
En el caso de que sea el receptor el que realiza estos gestos, por ejemplo tocarse la nariz o la boca, indica que piensa que lo que el emisor le está diciendo no es cierto.
¿Qué podemos hacer para controlar los gestos y que no nos delaten?
Se puede practicar para dominar la técnica del lenguaje corporal, aunque en momentos de tensión es muy difícil y bajo presión podemos ser descubiertos.
Otra opción es tratar de eliminar o controlar al máximo nuestros movimientos y nuestros gestos. Existen técnicas para suprimir los gestos, como sujetar las manos en el atril para no moverlas, o realizar actividades desplazadas, como sostener una copa aunque no tengamos sed o simular cualquier otro movimiento para tener las manos ocupadas.
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